La situación de Algodonera Avellaneda S.A. sigue siendo crítica. Este lunes 6 de octubre, la empresa comunicó al Ministerio de Trabajo de la Provincia su decisión de mantener cerrada la planta hasta el sábado 11 de octubre, alegando que “persisten las graves circunstancias que atraviesa la empresa y todo el mercado textil en el país”. Durante ese período, no habrá tareas, salvo guardias mínimas, y el personal quedará eximido de concurrir, aunque sin certeza sobre el pago de los días no trabajados.
En un clima de gran tensión, el Ministro de Trabajo de la Provincia, Roald Bascolo, se hizo presente frente al portón de la planta y dialogó con los trabajadores, y en declaraciones a la prensa manifestó que “El futuro de la empresa es incierto” y que “En dos meses, no se sabe si seguirán los mismos propietarios”. Recordó además que la planta, perteneciente al grupo Vicentin, está hipotecada y sujeta a un pedido de remate judicial por parte del Banco Nación.
Los empleados manifestaron su preocupación por la falta de ingresos y la posibilidad de solicitar la intervención judicial de la empresa, como ocurrió con Vicentin. Bascolo señaló que “La quiebra es un proceso muy largo” y que “Los que tienen prioridad para cobrar son los trabajadores, pero eso puede demorar años”.
El ministro explicó que “hoy estamos en el peor contexto” y que la crisis del sector textil se debe principalmente a la recesión y la falta de insumos, agravadas por las políticas económicas nacionales. “Estamos ante un problema que excede a la provincia”, afirmaron desde el entorno ministerial, destacando que el Gobierno santafesino está presente y acompaña, pero que la situación responde a factores macroeconómicos derivados de las decisiones del gobierno nacional de Javier Milei.
En medio de este panorama, la EPE intimó a la empresa por falta de pago, una decisión que generó malestar y desconcierto, ya que se trata de una industria que lucha por sostenerse y conservar los puestos de trabajo.
“La principal preocupación es que la planta no se apague definitivamente, porque detrás de cada máquina parada hay una familia sin ingresos”, concluyó Bascolo.
