Días atrás, Cayastá volvió a latir al ritmo de una de sus expresiones más queridas y esperadas: el tradicional pesebre viviente. En la antesala de la Navidad, la comunidad se reunió con profunda emoción para revivir el nacimiento de Jesús, renovando el verdadero sentido de estas fechas tan significativas para la fe cristiana. entre cantos, emoción y abrazos, Cayastá celebró una vez más una tradición que convoca, conmueve y une, reafirmando su identidad y renovando la esperanza de un pueblo que cree, comparte y sueña junto.

Con rostros iluminados por la alegría y corazones colmados de esperanza, familias enteras compartieron este encuentro que trasciende lo artístico para convertirse en un auténtico acto de amor y devoción. La representación, cargada de sencillez y espiritualidad, invitó a contemplar el misterio del Niño Dios y a reencontrarse con valores esenciales como la humildad, la solidaridad y la unión fraterna.

Esta hermosa costumbre, que se transmite de generación en generación, reúne a la familia, fortalece los vínculos sociales y reafirma el espíritu comunitario. En cada gesto, en cada mirada y en cada escena, se hizo visible el compromiso colectivo de un pueblo que se une para celebrar la fe y caminar juntos.

EL VERDADERO SENTIDO
El pesebre viviente moviliza a Cayastá entera, genera lazos de confraternidad y refleja el alma solidaria de esta localidad de la Costa Santafesina, que día a día se esfuerza por construir un futuro mejor, en armonía y felicidad. Como aquel primer pesebre impulsado por San Francisco de Asís en 1223, esta representación vuelve a acercar el mensaje del nacimiento de Jesús al corazón de la gente, recordando que en la sencillez y el amor compartido nace la verdadera Navidad.


