La ciudad de Reconquista volvió a quedar en el centro de la agenda policial y social tras dos allanamientos realizados el jueves 27 de noviembre en el Barrio La Cortada, donde fueron detenidas tres personas acusadas de vender droga al menudeo. Este nuevo caso de microtráfico vuelve a poner frente a los vecinos una realidad que interpela: las drogas, las adicciones y las consecuencias sociales que desencadenan ya no son un hecho aislado, sino un fenómeno que requiere una respuesta colectiva, profunda y sostenida en el tiempo.
Los procedimientos —solicitados por el fiscal Sebastián Galleano y llevados adelante por la Policía de Investigaciones, con apoyo del GOT y la DGSR Los Pumas— permitieron secuestrar cocaína fraccionada, elementos de corte y acondicionamiento, 15 teléfonos celulares, un pendrive y una suma de dinero que superó los tres millones y medio de pesos. Las pesquisas forman parte de las acciones del Equipo de Microtráfico de la Fiscalía General, coordinado por el fiscal Diego Vigo, dentro de los objetivos priorizados del Ministerio Público de la Acusación.

UN PROBLEMA QUE EXCEDE LO POLICIAL
Si bien estos procedimientos forman parte de un trabajo constante para combatir la venta de drogas, en Reconquista la preocupación va mucho más allá del aspecto represivo. La ciudad viene atravesando una notoria expansión del consumo problemático, algo que se percibe en barrios, escuelas, centros de salud y organizaciones sociales.

A ese escenario se suma otro dato alarmante: la creciente cantidad de suicidios y tentativas registradas en los últimos meses. Si bien no existen confirmaciones oficiales que vinculen directamente ambos fenómenos, distintos actores comunitarios advierten que el aumento del consumo de sustancias y la fragilidad emocional de amplios sectores podrían estar entrelazados.
Profesionales de la salud mental, docentes y referentes barriales coinciden en que detrás del avance de las adicciones aparecen condiciones profundas: falta de oportunidades, desarraigo familiar, escaso acceso a tratamientos y un entramado social que se vuelve cada vez más vulnerable.
¿POR QUÉ RECONQUISTA ENFRENTA ESTE NIVEL DE CONSUMO Y VENTA?
En distintos ámbitos se repiten las mismas preguntas:
—¿Por qué el consumo problemático crece con tanta fuerza?
—¿Por qué la venta de drogas se afianza en barrios cada vez más jóvenes?
—¿Por qué tantos ciudadanos, especialmente adolescentes y adultos jóvenes, caen en ciclos de desesperanza que pueden derivar en situaciones límite?
Las respuestas no son simples, pero especialistas señalan algunos factores clave:
– La estructura económica de la región —fuertemente desigual—
-La falta de empleo formal, la presión de grupos dedicados al narcomenudeo.
-La facilidad para acceder a sustancias de alto riesgo.
EL ROL DEL ESTADO LOCAL: ¿SE TRABAJA MÁS ALLÁ DE LOS OPERATIVOS?
Los operativos policiales son necesarios, pero la comunidad empieza a preguntarse si resultan suficientes.
¿Se están impulsando desde la Municipalidad políticas de prevención sostenidas, programas de acompañamiento, talleres de fortalecimiento emocional, actividades comunitarias y dispositivos de tratamiento accesibles?
¿Hay un trabajo articulado entre salud, desarrollo social, educación, cultura y deporte para enfrentar un problema que es mucho más que policial?
Reconquista parece estar ante una encrucijada: o se fortalece un abordaje integral —que abarque prevención, asistencia, contención y oportunidades reales—, o el avance del consumo problemático seguirá profundizando sus huellas en la vida cotidiana de la ciudad.
Este nuevo caso de microtráfico vuelve a poner frente a los vecinos una realidad que interpela: las drogas, las adicciones y las consecuencias sociales que desencadenan ya no son un hecho aislado, sino un fenómeno que requiere una respuesta colectiva, profunda y sostenida en el tiempo.

