La ciudad de San Javier volvió a recibir a uno de sus hijos afectivos: John Morgan, el nadador estadounidense de raíces sanjavierinas cuya historia de superación inspira tanto dentro como fuera del agua. Invitado por la Asociación de Aguas Abiertas local, presidida por Marcelo Arredondo, Morgan regresó a la ciudad para compartir no solo su experiencia deportiva, sino también una mirada humana que conmueve e inspira a generaciones.
Morgan no llegó a San Javier como un visitante más. Lo hizo como alguien que vuelve a “su San Javier”, la tierra donde pasó parte de su juventud tras mudarse desde Los Ángeles a los 13 años, y que marcó para siempre su identidad deportiva y emocional.

Su presencia fue el eje de un encuentro realizado en el Polo Cultural, donde la Asociación de Aguas Abiertas quiso poner en valor no solo sus títulos —que incluyen 13 medallas de oro paralímpicas en 1984 y 1992— sino su camino de vida. Años de desafíos, resiliencia y una relación profunda con la natación, el deporte que lo rescató cuando todo parecía caerse.

A los 18 años, un accidente durante un ejercicio con bandas elásticas cambió su destino: un golpe en los ojos derivó en múltiples cirugías que, con el tiempo, no pudieron evitar la pérdida total de la visión. Pero ese momento, que podría haber significado el final de muchos sueños, se transformó para Morgan en el comienzo de otro recorrido: uno de lucha, disciplina y, sobre todo, perseverancia.
LA FUERZA DEL DEPORTE
“La natación fue parte de mi recuperación. Tras dos años de operaciones, me ayudó a reinsertarme en la sociedad, a estudiar, a competir y a volver a sentirme parte del mundo”, compartió. Ese camino lo llevó a participar tanto en competencias abiertas como en torneos universitarios, a nadar la Santa Fe–Coronda en 1991 y a representar a su país en los Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992.

Su reciente participación en la posta para aficionados de la Santa Fe–Coronda volvió a escribir una página especial en su historia: junto a leyendas como Claudio Plit, Gustavo Oriozábala y Jaime Domenik, el equipo —al que él describió como de “otra generación”— logró un sorprendente primer puesto, demostrando que la pasión no envejece.
Además, hace solo días, Morgan se quedó con la victoria en el maratón “Centenario del Club Atlético Huracán” de San Javier, un logro celebrado por toda la comunidad.
EJEMPLO DE ESFUERZO
Lejos de limitarse a sus medallas, su relato también abarca la vida académica y profesional: “Hice la carrera universitaria en matemáticas, que fue bastante difícil, y trabajé 25 años en un laboratorio de investigación científica hasta jubilarme”, contó.

Cada palabra suya dejó una enseñanza: que el deporte es un puente hacia la dignidad, la integración y los sueños posibles. Su historia —la del joven que perdió la vista pero ganó una nueva forma de mirar la vida— se convirtió en un faro para los nadadores sanjavierinos, que hoy se preparan para nuevas competencias inspirados por su ejemplo.

La visita de John Morgan no solo fortaleció al deporte local. También reafirmó el vínculo afectivo con una ciudad que él considera parte de su identidad. San Javier lo recibió como siempre: con orgullo, gratitud y el reconocimiento sincero a un deportista que, desde su humanidad, enseña más que cualquier medalla.

