En un contexto de creciente desesperanza social y económica, la Comuna de Santa Rosa de Calchines anunció la reapertura de la Oficina de Empleo. La medida, impulsada supuestamente a pedido de los vecinos, llega en un momento donde la realidad golpea con fuerza a muchas familias que no logran cubrir sus necesidades más básicas. Lejos de significar una solución real a los problemas estructurales del lugar, la decisión aparece teñida de oportunismo, a tan solo días de las elecciones del próximo 29 de junio.
La reapertura permite realizar algunos trámites como la confección de currículums o consultas sobre capacitaciones laborales. Sin embargo, la falta de empleo genuino en la zona vuelve exiguas estas herramientas, que en la práctica no ofrecen una salida concreta frente a la dramática situación que se vive. En los últimos meses, la falta de oportunidades ha empujado a muchos jóvenes a escenarios de vulnerabilidad extrema. La changa —cada vez más escasa— dejó de ser una alternativa viable, y el impacto se refleja en un marcado aumento de la conflictividad social y en el crecimiento de los delitos predatorios, que generan preocupación en los propios vecinos.
La Comuna promociona como alternativa el Programa Nacional “Fomentar Empleo”, a pesar de que desde la asunción del presidente Javier Milei, los fondos y las políticas sociales fueron drásticamente recortados. Apostar a un programa nacional desfinanciado parece más un gesto vacío que una herramienta eficaz. El plan, orientado a mejorar competencias laborales y promover la inserción en empleos de calidad, hoy es apenas una sombra de lo que fue.
Lo más alarmante es que esta crisis no es nueva. Hace tiempo que se advierte sobre la ausencia de políticas sociales activas, sostenidas y planificadas. No hubo previsión ni contención, y ahora, en vísperas electorales, se intenta tapar la inacción con anuncios que llegan tarde y sin el respaldo de una política pública sólida.
La reapertura de una oficina que estuvo cerrada durante meses no resuelve el problema de fondo. Los vecinos de Santa Rosa de Calchines no necesitan gestos aislados ni medidas de campaña: exigen respuestas reales, concretas y sostenidas. Porque detrás de cada currículum que se imprime, hay una historia de necesidad urgente que ya no puede esperar.
