Investigadores santafesinos encendieron una alarma ambiental de gran relevancia para la región: el sábalo, una de las especies más representativas y esenciales del río Paraná, está disminuyendo en cantidad, tamaño y presencia. Este fenómeno no solo afecta al ecosistema acuático, sino que también golpea directamente a los sectores que dependen de él, como la pesca artesanal, la pesca deportiva y el turismo en la Costa Santafesina.
Desde el Instituto Nacional de Limnología (INALI), el coordinador del Laboratorio de Hidroecología, Luis Espínola, explicó que esta preocupante situación se debe a la prolongada bajante del Paraná que ya lleva más de una década, sumada a una presión pesquera creciente. El problema radica principalmente en la interrupción de la conexión del río con su planicie de inundación, una condición fundamental para la reproducción de especies como el sábalo, la boga y el dorado.

“La tasa de supervivencia de los peces jóvenes disminuye drásticamente al no tener un ambiente adecuado donde desarrollarse”, explicó Espínola. Y agregó que la reproducción sigue ocurriendo, pero con un éxito muy limitado, lo que compromete seriamente la renovación natural de las poblaciones.
PESCA EN LA COSTA SANTAFESINA
Para la Costa Santafesina, donde muchas familias viven de la pesca comercial y otros tantos sectores se sostienen a partir del turismo y la pesca deportiva, la merma de especies comerciales representa no solo un desequilibrio ecológico, sino también una amenaza socioeconómica. Menos peces implica menor actividad, pérdida de ingresos y un impacto directo en el arraigo y la calidad de vida de comunidades que históricamente han convivido en equilibrio con el río.

La caída en la biodiversidad puede desincentivar al turismo vinculado a la naturaleza y a las actividades recreativas en los ríos, que son parte esencial de la identidad y atractivo de los pueblos costeros.
Desde el INALI insisten en la necesidad de tomar medidas preventivas con urgencia. Recomiendan monitorear la situación de manera continua, establecer umbrales de conectividad entre el río y sus cuerpos de agua asociados, y adaptar las políticas pesqueras a las condiciones hidrológicas actuales. “Si no se actúa en tiempo y forma, las consecuencias podrían ser irreversibles para el ecosistema y para quienes viven de él”, advirtió Espínola.
Los especialistas sostienen que aún es posible revertir el panorama, siempre que se adopte una mirada integral, científica y comprometida con la sostenibilidad ambiental. Proteger los recursos pesqueros no es solo una cuestión ecológica: es también una forma de preservar las culturas ribereñas, fortalecer el turismo responsable y asegurar el futuro de miles de santafesinos y santafesinas que eligen vivir con el río, no a pesar de él.

