El Gasoducto Metropolitano parecía ser la gran promesa que cambiaría la vida de los vecinos de la Costa Santafesina. Sin embargo, a más de tres años de trabajos, anuncios y postergaciones, lo que en un principio fue esperanza hoy se transforma en cansancio y frustración.
En localidades como San José del Rincón y Arroyo Leyes, donde no hay grandes fábricas ni empresas que demanden gas natural para procesos productivos, la expectativa siempre estuvo puesta en la posibilidad de acceder a la red domiciliaria. Para las familias, el gas representaba dejar atrás el alto costo y la incomodidad de otros sistemas de calefacción y cocción.
Pero la reciente confirmación del presidente de Enerfe, Rodolfo Giacosa, cayó como un balde de agua fría. El funcionario sostuvo que, una vez habilitado el caño principal, las industrias y los comercios serán los primeros en conectarse, mientras que los hogares deberán esperar un proceso mucho más lento. “Por cuestiones estadísticas, el domicilio requiere de muchos años de conexión”, admitió, priorizando así a sectores que, en la Costa, prácticamente no existen.
ILUSIÓN, FRUSTRACIÓN
De este modo, la ilusión de que el 2025 traería finalmente la llegada del gas natural a los hogares costeros se desvaneció en cuestión de minutos. Lo que se había vendido como una obra estratégica para mejorar la calidad de vida de la región, vuelve a sentirse lejana e incierta.