Cada 20 de julio, en Argentina, las sonrisas se multiplican, los brindis se repiten y los abrazos abundan: es el Día del Amigo, una de las celebraciones más queridas y sentidas del calendario nacional. No hay edad ni lugar que limite esta fiesta, que tiene la calidez de una charla compartida y la fuerza de un lazo construido con historias, afecto y complicidad. Este 2025, el festejo cae en domingo, lo que brinda la excusa ideal para compartir un asado, una merienda, una salida al río, o simplemente una buena ronda de mates con quienes el corazón eligió como hermanos de la vida. Algunos incluso lo celebran la noche anterior, como si de una “noche buena” de la amistad se tratara.
¿PERO POR QUÉ CELEBRAMOS EL DÍA DEL AMIGO EL 20 DE JULIO?
Aunque parezca curioso, el origen de esta fiesta tan “terrenal” tiene un trasfondo espacial. Todo comenzó el 20 de julio de 1969, cuando el mundo entero siguió con asombro y emoción cómo Neil Armstrong pisaba la Luna por primera vez. Entre esos millones de espectadores estaba Enrique Ernesto Febbraro, un odontólogo y docente de Lomas de Zamora que vio en ese acontecimiento más que un logro tecnológico: vio un símbolo de unión entre los pueblos, un gesto que, según sus palabras, representaba “la amistad de la humanidad con el universo”.
Inspirado por ese momento histórico, Febbraro tomó papel y pluma y comenzó a escribir. Envió más de mil cartas a diferentes rincones del mundo proponiendo instaurar el 20 de julio como el Día del Amigo. Su idea no fue un simple capricho romántico: con el tiempo, su propuesta fue ganando adhesión hasta ser reconocida oficialmente, primero por el Gobierno bonaerense y luego por otros países como Uruguay, Brasil, Chile y España. En 1983, su ciudad natal fue proclamada “capital provincial de la amistad”, y en vida recibió múltiples distinciones, incluyendo nominaciones al Premio Nobel de la Paz.
“El amigo es otro cuero”
En una de sus últimas entrevistas, Febbraro resumió con ternura y realismo el espíritu de esta celebración:
“Un amigo es una persona real, que ronca, que tiene mal carácter y que uno lo aguanta porque lo conoce. El amigo es otro cuero”.
Quizás por eso este día se celebra con tanta alegría en Argentina: porque, más allá de los regalos, las fotos o los saludos en redes sociales, el Día del Amigo es un abrazo simbólico a esas personas que nos conocen en profundidad y que, con todas nuestras luces y sombras, eligen estar.
Y como toda buena tradición argentina, se vive con intensidad: algunos planifican salidas grupales, cenas temáticas o escapadas cortas; otros apuestan por lo simple, como una pizza casera y una película compartida. Lo importante no es el plan, sino el encuentro. Porque la amistad, como el mate, se disfruta más cuando es compartida.
Este 20 de julio, entonces, será una nueva oportunidad para recordar que, como decía Febbraro, “un pueblo de amigos es una nación imbatible”. Y por qué no, para sumar una anécdota más a esa larga colección de historias que solo se escriben entre amigos.