Este fin de semana, la comunidad de Santa Rosa de Calchines volvió a demostrar su profunda fe y tradición religiosa al rendir homenaje a su Patrona, Santa Rosa de Lima, en el marco de las celebraciones patronales. A pesar de las inclemencias del tiempo, vecinos y fieles se movilizaron con gran devoción para participar de la procesión y las celebraciones litúrgicas, reafirmando el espíritu de unidad y la religiosidad que caracterizan a este pueblo de la Costa Santafesina.
Cada 30 de agosto, fecha de su festividad, Santa Rosa de Calchines revive este legado, y lo hace con la fuerza de la tradición y la fe sencilla de su gente. Esta celebración no es solo un acto religioso, sino también un encuentro social y cultural que une a los vecinos y refuerza el sentido de pertenencia.
Aun cuando el clima intentó empañar la jornada, la devoción de los Vecinos de Calchines fue más fuerte: una muestra de que la fe popular sigue viva y firme, sosteniendo los valores de la comunidad y honrando a quien desde hace más de 160 años es la guía espiritual de este pueblo ribereño.
La procesión recorrió las calles principales del pueblo, bajo un clima gris y lluvioso que no fue obstáculo para la fe. Portando imágenes, velas y oraciones, la comunidad expresó una vez más su compromiso con las tradiciones que han forjado la identidad local desde hace más de un siglo y medio.
Orígenes y Devoción
La historia de esta celebración se remonta a tiempos anteriores a la fundación del pueblo en 1861. Los aborígenes de la zona ya veneraban a Santa Rosa de Lima, devoción que llegó a ellos gracias al trabajo del misionero Fray Antonio Rossi, quien en el siglo XIX difundió la fe en la santa y construyó un templo en su honor.
Uno de los tesoros espirituales de la localidad es la imagen de Santa Rosa, tallada en madera por indígenas del Perú, que fue traída a Calchines y fortaleció aún más el culto. Con el paso de los años, la santa se convirtió en el símbolo protector de la comunidad, marcando la vida social, cultural y religiosa de generaciones enteras.