A metros de la Ruta nacional Nº 168, en el Barrio de la ciudad de Santa Fe, La Guardia, funciona un lugar único donde el tiempo parece detenerse. El Taller Municipal de Cerámica Artesanal es mucho más que un espacio de formación: es un puente entre el presente y la historia de los pueblos originarios que habitaron la costa santafesina.
En esa casa de techos altos y paredes blancas, los ruidos de la ciudad se apagan y lo que aflora es la paciencia de los artesanos, que transforman el barro del río en piezas que guardan la memoria ancestral. Allí no hay producción en serie ni prisa: cada objeto tiene la huella de quien lo moldea.
El pasado viernes, al caer la tarde, se realizó una de las ceremonias más esperadas del año: la quema a cielo abierto. Pese al cielo tormentoso, una gran fogata reunió a vecinos, alumnos y maestros para darle vida al ritual que se practica desde hace más de dos mil años en estas tierras. Las piezas elaboradas durante meses se colocaron en el fuego, siguiendo la antigua costumbre de los pueblos originarios.
Ignacio Bertuzzi, director del taller, recordó la importancia de mantener viva esta práctica: “La quema a cielo abierto tiene entre 1.500 y 2.500 años de antigüedad. Es un conocimiento transmitido de generación en generación y que aquí recreamos cada año, como una forma de honrar a nuestros antepasados”.
El taller también cumple un rol social clave: el 70% de las ventas de las piezas va directamente a los productores, mientras que el resto se destina a un fondo común que sostiene el espacio. Además, sus obras forman parte de ferias como La Diseña y hasta se usan como regalos institucionales en distintos lugares del mundo.
José Luis Oviedo, otro de los integrantes, destaca lo que significa para él: “Nunca había hecho cerámica, pero cuando supe que aquí se rescataba la cultura de los pueblos originarios me atrapó de inmediato. Esta quema anual es una experiencia extraordinaria, porque nos conecta con la forma en que ellos cocinaban la cerámica”.
HISTORIA
El Taller de Cerámica abrió sus puertas en mayo de 1960, en un lugar privilegiado por la riqueza de su arcilla. Desde entonces, su misión fue revitalizar un arte popular íntimamente ligado a la naturaleza y a la identidad de la costa santafesina.
Hoy, más de seis décadas después, continúa investigando, enseñando y preservando técnicas antiguas de la cerámica del Litoral, transmitiéndolas a nuevas generaciones y ofreciendo una alternativa de trabajo a los vecinos.
En su sede también funciona el Museo de Cerámica Regional “Alfredo D’auria”, un espacio que complementa la práctica con la memoria, consolidando a este taller como un verdadero orgullo cultural de Santa Fe.