Producto del desesperante momento económico, social y político que vive la Argentina, el Gobierno Nacional dio a conocer que la pobreza bajó. ¿Cómo llega a esa conclusió? El gobierno ha utilizado diferentes fuentes para medir la pobreza de manera mensual o trimestral, mientras que el INDEC la informa semestralmente. Esta diferencia genera cifras que pueden parecer desconectadas de la realidad cotidiana. Además, la forma en que se mide la pobreza influye en los resultados, mostrando en algunos casos una mejora que no siempre se traduce en una mejor calidad de vida.
En el primer semestre de 2023, la pobreza era del 40,1%. Luego, subió al 41,7% en el segundo semestre, influida por la crisis económica y el ajuste del nuevo gobierno. En el primer semestre de 2024, con las políticas de Javier Milei, la pobreza se disparó al 52,9%, reflejando el impacto de la devaluación y la inflación. Sin embargo, en el segundo semestre de 2024, el INDEC reportó una baja al 38,1%. Una reducción en la pobreza tras un ajuste es esperable, pero solo una baja sostenida en el tiempo puede considerarse una mejora real.
¿CÓMO SE MIDE LA POBREZA?
En Argentina, la pobreza se mide según los ingresos: si una persona supera un cierto umbral, no es considerada pobre, sin importar otras condiciones como acceso a vivienda digna, salud o educación. Este método tiene limitaciones porque no refleja la realidad completa de los hogares.
El umbral que define la pobreza es el costo de la Canasta Básica Total (CBT). Sin embargo, esta canasta tiene ponderaciones discutibles: alimentos y bebidas representan un tercio de la medición, mientras que vivienda con servicios apenas un 10% y salud un 6%. Esto no refleja adecuadamente el impacto del aumento de los alquileres, los servicios públicos o el transporte, que han subido considerablemente en los últimos años.
También hay otros factores que no se consideran, como el endeudamiento de los hogares. Muchas familias de bajos recursos tuvieron que recurrir a créditos o ayudas para afrontar los aumentos de precios. Aunque posteriormente sus ingresos superen el umbral de pobreza, esas deudas siguen afectando su situación económica, algo que la estadística oficial no refleja.
En resumen, una baja en la pobreza según el INDEC no siempre implica una mejora real en la calidad de vida de la población. Para que una reducción sea significativa, debe mantenerse en el tiempo y estar acompañada de mejores condiciones de vida, empleo estable y acceso a servicios básicos.
